8 de noviembre de 2012

Empanada de terruño.

A estas alturas la empanada del terruño no tiene solución. Es el resultado de décadas manipulando libros y arengando a la gente con el "Madrit ens roba" en todos los idiomas posibles. Es lo que tiene ceder cosas clave como la educación a las CCAA.

Es de suponer que a los caciques locales les iba muy bien para mantener el poder -en forma de partido nacionalista, o de baronía- puesto que lo han practicado todos, independientemente de los complejos -no me llames facha, llámame Lola-, o de la indigencia mental -progres en general-.

De los "líderes" nacionales qué vamos a decir: era mucho más cómodo ir dando patadas hacia delante, no sea que me acusen de facha o me quede atrás en la modernidad del partido. Unos, no se enteraban que las daban, otros sí. Unos malvados, los otros idiotas.

El discurso ha calado, especialmente entre los jóvenes. Quizá en otra sociedad esta manipulación interesada -recordemos: mi terruño como barón o como president-, no hubiera calado, del mismo modo que mucha gente estudió en colegio de curas, y sale más rebotado que nadie con la religión.

Pero no. Los nacionalismos periféricos han calado y esa es la clave. ¿Por qué? Eso da para libro. Quizá España es una nación muy vieja con muchas verguenzas detrás. Quizá lo llevamos en la sangre; la división y la discordia -Taifas, etc.- en lugar de la unión y la fuerza.

En fin, es un tema realmente complejo, en el que se mezcla el analfabetismo ibérico habitual, con la maldad y miseria de sus élites. El resultado sólo puede ser escalofriante.


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