7 de enero de 2013

No veo la revolución por ningún sitio

Lo que veo es a gente con el culito apretado y a esperar. Otros lo tienen más claro y si pueden se van. Otros aguantan el chaparrón con el colchón familiar o a pelo, pero aguantan. Los hay que sostienen que ésto no puede durar tanto, y sólo hay que aguantar un poco porque se va a arreglar.
Otros en cambio, no se han caído del guindo todavía, porque no puede ser que mis niños no tengan un futuro chupiguay porque lo valen, entre otras razones porque lo digo yo que soy su madre.
Los hay en estado sepia, ni sí ni no, sino todo lo contrario, y si hay alguna duda los ansiolíticos son tus amigos.
Otros atraviesan la fase de vergüenza y ocultan su situación, y los hay ya resignados a su suerte, sea ésta la que sea.
Algunos lanzan teorías y mientras los papis les dan sustento ellos son solidarios porque la solidaridad es molona, y pasan los años y con 38 tacos parecen de 17, por el look y la forma de pensar, pero bueno, les cuesta teorizar sobre la revolución unos añitos. Tampoco hay que enfadarse, hay muchas propuestas y tienen que analizarlas todas en asamblea, y eso lleva su tiempo.
Y hay que hablar de los que con 1.500 euros de jornal son los reyes del manbo, con vacaciones, bikinis de 70 euros en el Corte Inglés y cotillones de nochevija de 200 euros. Estos últimos tienen en casa un libro de las tablas de la ley, directamente traído del monte en el que están grabados sus nombres, y en esas tablas está nítido y claro que a ellos no les va a pasar. Palabra de Dios.
Nos quedan los trabajadores de la televisión pública autonómica, casados con interinos de lo público, saben que lo que viene es duro, pero también saben que este verano con el paro de los dos todavía se van de vacaciones al extranjero, no los 15 días de antes, pero sí una semanita, y el resto en el apartamento de los abuelos. El verano de 2014, si eso, ya alquilamos el apartamento, pero este año nooooo.
Termino. No veo la revolución por ningún lado. Veo pobreza, veo ricos muy ricos y pobres muy pobres, y en el medio una estrecha franja de supervivientes con "economía elegante" rezando para que no les toque un mal aire y terminen con los de abajo.
Veo pobreza, y desestructuración social. Lo del sentido comunitario para otro día, que el escrito ha quedado largo.


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